En esta nueva sección del Rail to Rail los que alguna vez se dieron una vuelta por algún rincón del mundo nos cuentan sus historias, aventuras, desventuras y todo eso que encierra el simple hecho de viajar detrás de las olas.
Leo Gabriel, marplatense y surfista desde que se acuerda, nos pone al tanto de sus días de furgoneta y surf en la madre patria.
La preocupada vida de Leo en su furgo Albita.
“Si la suerte te acompaña la vida puede que sea bonita y simple, depende de vos. De chico imaginaba tener una vida de camping, debe ser ese espíritu de la búsqueda y de la aventura que tenemos muchos argentinos, aunque a veces sea por necesidad, lo que en el año 2000 me llevó a tierras europeas, más precisamente a España donde recalé por Mallorca, Canarias y de allí la posibilidad de varios viajes a Latinoamérica, tan llena de magia.
Un buen día del 2002 invertí mi dinero en una furgoneta que luego fuimos preparando con mi viejo en plan vivienda con el objetivo de recorrer la costa europea en busca de esas olas siempre observadas en revistas. Los años pasaron, los amigos también y ya no era esa vida de adolescente, puesto que el sueño de viajar aun persistía, salí de la isla hacia la carretera cruzando Granada, Málaga y Sevilla con el arte de su gente, sus comilonas y sus hermosas mujeres, jamón y vino tinto no podían faltar. Pero la sed de olas estaba en mí, lo cual me hizo rechazar un asado, y eso que por aquí vaya si se extrañan, puse rumbo a Lisboa, Portugal, país en el que había surfeado el año anterior con un amigo, fue tan maravilloso que tenía que volver con mi “furgo”, llegué sobre las 18:00 al famoso Supertubos, offshore y “atardesol”, pero lo agotado del trip dejó paso al relajo de piernas y pensar en la sesión matinal, estaba en mi salsa… Surfistas y furgonetas por todos lados, muchos comentan que Portugal es así como la California surfera de europa.
Bondades que sólo una furgo te proporciona.
Peniche es como una pequeñita península puesto que los vientos dan offshore y orientada hacia el Atlántico dan como resultado olas constantes y solitarias, muchos lugares ocupados por un sinfín de escuelas de surf, nunca vi tantas. El surfing ya es un negocio ¿realmente nos beneficia? pues este es otro tema.
Baleal es un barrio cercano al pueblo donde se concentran varios surfcamps, también hay una noble y larga ola de reef, un gran estacionamiento donde uno hace esos buenos amigos que jamás volverá a ver entre historias de playa y mates, que nadie negaba aunque más no sea por curiosidad.
Era casi noviembre y el 3,2 estaba ya bastante jodido para bancarse el otoño, así que tuve que invertir unos “euracos” en un nuevo 4.3 y botas. Era hora de comenzar a seguir carretera abajo en busca de otras olas, pasaron la conocida Ericeira, Coxos, Ribeira da Isla, ect. El mal clima ya se hacía sentir, pero las olas aumentaban, de nuevo en camino cruzando diversos pueblitos de lo más pintorescos, tomé un desvío hacia Zambulleira do mar, un gran acantilado caía en picada desde el pueblo hacia la pequeña playa, corrí solo con un par de franceses…Olas juguetonas pero orilleras que te ponían el traste en la arena de vez en cuando, lo más extraño era que parecía fantasma porque no había un alma por sus calles, a mí ni me importaba, disfrutaba de los “atardesoles” y sus olas, así continué bajando Portugal hasta que di con un gran cartel que anunciaba un WQS.
“Prai Amado”, otro gran parking albergaba muchas furgonetas y olas que desde arriba parecían de diversión, opté por el Longboard que se comió una terrible “bigoteada” y yo para no ser menos me llevé un lindo sustito. Amaneció 3 metros casi perfectos sin sol y sin nadie en el agua lo cual me extrañaba, pero eso muchas veces sirve para vencer temores, traje, tabla y para el agua, surfeé con tal alegría olones de esos que pensás corro esta y salgo, pero al girar la cabeza y finalizar la ola te nace esa sonrisa y fuerza para volver al pico, y más si desde el acantilado hay gente motivando, estuve hasta que mis brazos y piernas ya no podían pasar la sección, así que opté por dar fin al surfing ese día, con la sonrisa de oreja a oreja no dejaba de tener esa sensación de quienes practicamos esta pasión llamada deporte. Creo ese fue el gran último día de surf.
Volviendo para Cádiz, Andalucía las olas brillaron por su ausencia, alguna que otra surfeada en Longboard ,algún personaje de esos que merodean las playas que siempre se pegan a uno entre pesca y mates ya lavados por la escasez de yerba. Recibí un llamado de un amigo que estaba en Algeciras, rumbo a África con varios colegas de una ONG para ir a hacer pozos de agua a Mali, y si de algo uno se arrepiente está claro es de las cosas que dejamos por hacer, ya sin un peso(euro) no me animé a cruzar con ellos desaprovechando su invitación a la caravana que de allí salía, entre abrazos y despedidas anduve por el sur de Andalucía en busca de trabajo para continuar, con ese mal sabor de boca por haber dejado la posibilidad de cruzar de continente.
Algunas de las olas que viajaron al costado de la ruta.
En fin la costa siguió junto a mí… Marbella, ya Mediterráneo, tuvo algunas borrascas que sacaron jugo a mi malogrado tablón, entre nuevos personajes buscadores de vida, hice contacto para subir a Sierra Nevada para la temporada de nieve, aparcado ya al pie de la sierra hacía mis paseos, y al volver encontré la furgo abierta, sí aquí también roban…Me costó los pasaportes, tarjetas y varias cosillas más, entre la desesperación nada había por hacer, sin un duro ya a pan y mate, decidí vender la bici para pagar el gasoil, vencido y nervioso entre discusiones en los consulados, ya era un N.N. para esto la pérdida de novia y barco se sumaban a la mala suerte que siguió con otra asaltada de furgo en Valencia, donde di por finalizado el viaje retornando así a la tantas veces malhablada isla, lugar que al regresar me pagó casi con 15 dias de olas buenísimas.
Así son las cosas cuando tienen que pasar…Pasarán, pero quien me quita lo bailado”. Leo Gabriel.