Llegó a nuestra casilla la correspondencia menos pensada pero con la voz de un infaltable en 16 años de historia del Quiksilver La Paloma
TXT Sebastián Chacón
A lo largo de 16 años de historia, el Quiksilver La Paloma ha visto pasar y desfilar muchísima gente. Competidores, jueces, prensa, público en general, organizadores, promotoras, cocineros de distintos sombreros, fanáticos del surf, curiosos de toda clase, enfermeros, médicos, conductores de ambulancia, fotógrafos, filmmakers, tripulantes de moto de agua, remadores devotos de San Remo, community managers, ganadores, perdedores, buscadores de stickers, aristócratas de reposera, cebadores de mate de toda clase y un montón de cosas más que por cuestiones espaciales no tienen lugar en este párrafo.
El registro de presentes y ausentes en 16 años de trayectoria es muy difícil de confeccionar; hasta el más memorioso de los involucrados en este clásico de clásicos ha intentado hurgar entre sus registros mentales para dar con la persona que no faltó a ninguna de las citas que definió el nombre, hasta ahora, de 15 campeones argentinos.
En una de esas tantas conversaciones, en donde tal y cual podrían ser los mortales con asistencia casi perfecta al Quiksilver La Paloma, llegó a nuestra recepción una singular correspondencia, firmada por el alguien aún más particular: el Acantilado.
Caballero de analógicas tradiciones, memorioso y de buen decir. Mudo testigo de todo aquello que escapa a quienes ocupan su tiempo en lo efímero de lo urgente, y demás virtudes dignas de quien estoicamente aún se mantiene firme y resiste el trato y destrato de quienes se posan sobre su topografía cada vez que él se encarga de hacer el llamado.
Acá transcribimos los mejores párrafos de esta carta, fechada en Mar del Plata el 16 de abril de 2019.
Estimados:
Ante la inminencia de una nueva edición del Quiksilver La Paloma, no quería dejar pasar la oportunidad de recordarles que desde aquella primera edición de 2004 que fue ganada por Andrés Di Marco hasta la última de 2018 que se llevó Leandro “Lele” Usuna, soy el único con asistencia perfecta a este clásico del surf nacional, y me siento muy agradecido de contar con este significativo dato estadístico.
Mis registros guardan todos y cada uno de los mejores recuerdos de verdaderas batallas, dignas de un coliseo líquido y cambiante, animado por guerreros enfundados en neoprene y con tablas ávidas de acción. Drops aventurados, la balanza siempre inclinada hacia los regular footers, la contundencia de Leandro Usuna, la elegancia innegociable de Maxi Siri, la insolencia de Franco Radziunas y Juan Cruz Ruggiero, el ayer siempre latente de las generaciones que inventaron el surf en La Paloma y hoy insisten con acertada enjundia en busca de esa fuente de eterna juventud.
Fuera del agua ha pasado de todo. Como todos saben, soy un acantilado de una playa sin orilla, y sobre mi césped ocurren cosas muy interesantes y variopintas, de esas que no hacen más que avivar el fuego del folclore que tanto les gusta. Agradezco que me dejen en mejores condiciones de las que me encuentran cada año y por sobre todas las cosas, que el paso de los años haya servido de terreno fértil para cultivar un espíritu conservacionista y que sus nietos puedan venir en un futuro a seguir disfrutando de este clásico que sigue desafiando a todo aquel que quiera ser campeón argentino.
Entre las cosas que quedan guardadas entre mis más profundos secretos, puedo recordar algunas charlas entre competidores y el mar. Por lo general, pedidos desesperados de una ola más antes de la bocina disfónica que anuncia el final, ese que puede ser definitivo o de puertas abiertas hacia una nueva oportunidad.
Les aseguro olas de las buenas, nos vemos pronto.
Un tal Acantilado de La Paloma.
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