Se acercan las finales de la WSL, perdón las WSL Finals 5. Con toda la espectacularidad que el nombre sugiere, se aproxima un evento que captará la atención de los mismos de siempre. Es decir, vos, un par de amigos, nosotros y algunos más.
La regularidad alcanzada por Medina y Moore a lo largo del circuito 2021, de nada servirá cuando el conteo de enfrentamientos empiece y los 5 finalistas vayan por el título de campeón. Está bien, la pandemia hizo lo suyo, pero las soluciones encontradas parecen haberlas buscado en un comité de instagramers engordados en una riesgosa dieta de canjes y reposteos.
La popularidad del surf a cualquier precio, ese parece ser el lema del mandamás de la WSL. Quizás se haya dado cuenta que la WSL nunca podrá ser como la FIFA, NBA o NFL, y por eso apuesta a la magia de la TV los lunes y jueves. Quizás lo próximo sea alquilar el Surf Ranch para casamientos y bautismos temáticos.
Volviendo al título de este artículo, está claro que algo hicimos mal para merecer esto. Basta con recordar algunos titulares donde se alababa la gran cantidad de seguidores que habían alcanzado algunos competidores después de participar en los Juegos de Tokio, para hacer un mea culpa. Hace unos años, ESPN nos quiso hacer creer que el póker era un deporte. Después redobló la apuesta con las carreras de drones. En fin, si la gran noticia de los juegos fue el engorde de la cuenta de Instagram de Ítalo, creo que debemos estar preparados para este tipo de decisiones y programas como The Ultimate Surfer, una especie de Expedición Robinson pero sin pantalones color kaki.
Mientras el CEO de la WSL sigue hurgando en su libreta de apuntes para ver cómo puede ganarle al algoritmo, el surf competitivo se parece cada vez más a lo que nunca se propuso ser… Un concurso de baile donde el público se parte las manos para hacer subir el vúmetro del aplausómetro en busca de un ganador.
En fin, las finales están a la vuelta de la esquina y el fandódromo estira sus dedos para comenzar con la suelta de likes.
Que gane el mejor.