PIONEROS: CACO GRASSI
Para entender los orígenes del surf en Argentina, más precisamente en Mar del Plata, es necesario hacer foco en un grupo de personas que sin proponérselo, fundaron las bases de una industria. Por necesidad y con esa premisa Punk (mucho antes que este género existiese) del “Do It Yourself”, metieron mano en las primeras tablas de fabricación nacional.
El taller de Pipo Muñoz fue una incubadora de sueños para un puñado de amigos que descubrió en las olas una nueva forma de expresión. De entusiasmo, prueba y error, mar, surf y un incipiente oficio, estuvo compuesta la tinta que usaron para escribir los primeros párrafos y capítulos de una historia que sigue ganando en volumen.
Además de tablas, me atrevo a decir que en lo de Pipo se llegó a formular cierta pócima secreta para la juventud eterna. Cada vez que me cruzo surfeando a Caco Grassi, esta suposición se transforma en una verdad absoluta.
Surfista de alma, personaje entrañable y memorioso guardián de nuestra cultura, Carlos Dante Grassi (Caco para los amigos) repasa los albores del surf en La Feliz en una extensa charla de colección para celebrar los 20 años de surfpress.
Por Sebastián Chacón
Fotos: Archivo personal Caco Grassi
¿Qué recuerdos tenés de la primera vez que viste a alguien surfeando?
Si bien lo había visto en una revista, lo impactante fue llegar al Torreón y ver a los hermanos Muñoz, Pipo, Pelado y Cola y otros que no recuerdo, que estaban surfeando, ya quería estar en el agua, pero había que esperar a que salieran y te prestaran la tabla. Otro impacto muy fuerte fue cuando fuimos a ver dentro de una muestra de cine en el Teatro Auditorium creo que fue a principio de 1967 “The Endless Summer”, volvimos al otro día que también la pasaron.
¿Cómo era esa Mar del Plata de principios de los sesenta?
Era una ciudad emblemática, vibrante, vivía el auge de un gran desarrollo urbano y turístico, ahí cambió en gran parte su arquitectura, además tenía una intensa vida nocturna y llegaban turistas de manera masiva, era la “Ciudad Feliz”.
Entiendo que era el reflejo de una Argentina próspera y moderna, uno de sus grandes atractivos eran las playas y ahí estábamos iniciando una nueva aventura, la de deslizarnos en las olas parados sobre una tabla.
¿Qué cosas pasaban en el taller de Pipo y cómo nace esa conexión entre ustedes y Sandi Errecaborde?
Recuerdo a Pipo con las tablas en el garaje de su casa en la calle Gascón, desde la vereda miraba cómo trabajaba, se puso de novio con mi prima Ofelia La Cava y ahí nació una relación más estrecha, si bien lo conocía de antes porque jugábamos al rugby en el mismo club. Pipo me alentó para que me fabricara mi primera tabla en el garaje de mi casa.
Con Sandi nos conocemos de siempre, nuestros padres eran amigos y el surf nos llevó a compartir hasta hoy la aventura de iniciarnos en un nuevo deporte acuático que, en mi caso desde chico siempre relacionado con el mar, navegando, remando o esquiando en el Náutico, ir a la playa era barrenar a pecho todo el tiempo.
¿Qué recordás de la primera vez que te paraste en la tabla y lograste surfear una ola?
Desde chico sabía lo que era deslizarse en el agua, por el esquí, el remo, la navegación y barrenar a pecho, pero la sensación de pararme sobre la ola fue único y disruptivo, nunca había sentido una atracción tan fuerte como estar sobre una ola.
Fue en el Torreón, en la primera ola que remé pude pararme, no era difícil en una tabla tan grande era como un 10 pies 24 x 4 o más (una lancha) de ahí en más dejé el rugby y hasta hoy ha sido el deporte que practico.
¿Cuáles fueron las primeras playas que pudieron surfear?
El Torreón, la Perla, Playa Grande (Yacht), Kikiwai (Punta Cantera) y el Partenón (Acantilados) cuando se ponía viento norte, al principio no íbamos más al sur, hasta que prohibieron surfear entre las 10 y las 18 en las playas de la ciudad y emigramos para el sur, La Paloma, Lobos, Las Cuevas, DIVA, etc.
¿Esa primera tabla que lograron hacer con el apoyo de Pipo, cuánto tiempo les llevó y qué cosas descubrieron durante el proceso de creación?
Pipo fue muy generoso, me dio todas las indicaciones y proporciones para la resina poliéster, hasta me regaló el alma que estaba construida con cuatro maderas pegadas conformando un cubo hueco de 6 cm de ancho, más o menos, fue un 10 pies que con cuatro pedazos de foam marrón que se usaba como aislante en las cámaras frigoríficas y que tenía muy poca consistencia. Me ayudó mi amigo Leopoldo Tiribelli primo de Pipo que rápidamente se incorporó al desafío de fabricar lo que no teníamos la menor idea.
Nos llevó como 15 días, Pipo me indicó las proporciones de catalizador y acelerador para la resina, cómo cortar la fibra de vidrio, lijar y pegar el foam, la resina, limpiar los pinceles o sea las indicaciones generales como para arrancar, utilicé pigmento en polvo para darle color a la resina y terminó siendo bordeau. Hicimos la quilla con los recortes de la tela y fuimos aprendiendo por ensayo y error, cuando estuvo terminada la pesamos y eran 9 kilos, no iba a funcionar, era demasiado liviana, (insisto, no teníamos idea) le agregamos como refuerzo una tela más arriba, nos servía porque remábamos mucho arrodillados y hundíamos la tabla con las rodillas (teníamos callos en las rodillas y empeine) terminó en 11 kilos.
Anécdota: La llevé a Kikiwai y en la primera ola me paro y la tabla vibraba, sentía como un zumbido, la segunda igual, salgo del agua y no veía nada raro, llega Pipo y le digo que vibraba, la observa, mira la quilla y me dice “le hicieron el filo a revés” (nuevamente, no teníamos idea), ahí nomás con una piedra la fui lijando y le maté del filo, solucionada a priori la vibración, al agua de nuevo.
¿Qué cosas te enseñó el surf?
Me enseñó la vida misma, la cultura del surf evolucionó, se generalizó y se hizo popular, se transformó en una filosofía de vida, nos atrapó porque nuestros pensamientos e imaginación buscaban una forma de vida conectada con la naturaleza, la libertad y la aventura.
Me enseño que es como la vida, que es un desafío permanente, que siempre hay obstáculos, que hay que superarlos y una vez logrado podemos disfrutarlo y luego nuevamente una crisis, la encaramos, superamos y llega la calma, igual que en el surf, para poder deslizarnos sobre las olas primero hay que enfrentarlas, sobrepasarlas y entonces si podemos empezar a divertirnos porque jugamos con la naturaleza misma, siempre cambiante e irrepetible, a veces olas tranquilas y pequeñas otras veces grandes y peligrosas.
¿Cuál fue la mejor época que te tocó vivir dentro de la cultura surf de Argentina?
Todas las épocas tienen su encanto, pero sin duda los sesenta y principio de los setenta fue un cambio paradigmático, audaz y profundo y a su vez también romántico. (El movimiento hippie y el festival de Woodstok en agosto de 1969 tuvieron una gran influencia).
La música jugó un papel clave, escuchábamos el surf rock de The Beach Boys y Dick Dale (el rey de la guitarra surfera), la vestimenta era un aspecto muy visible, los trajes de baño, boardshorts, bikinis, remeras sueltas y sandalias eran símbolos del estilo de vida surfista, cómoda, informal y diseñada con imágenes de playa y colores fuertes.
Éramos una comunidad, si bien el surf es una actividad individual, la cultura que nos rodeaba era muy solidaria, con lazos fuertes con aquellos que compartíamos la misma pasión, el respeto mutuo en el agua y la colaboración eran nuestros valores, también es cierto que existía rivalidad por las mejores olas.
¿Cuándo estaban empezando con esto, se dieron cuenta que en cierta forma estaban creando una contracultura?
De alguna manera sabíamos que éramos medio distintos a lo que en los años sesenta era la norma, de cómo debían ser las cosas, siempre hay movimientos de cambios culturales, pero no imaginé que estuviésemos en la génesis de una nueva cultura de vida y playa.
Fue muy fuerte, la cultura del surf influyó en la música, el arte, la moda, el cine y el comportamiento social sobre todo en las zonas costeras del mundo.
Fue esa conexión con el mar, con una actitud más relajada en la relación con el medio ambiente, dándole valor a lo simple y a la libertad, o sea, era escapar del estrés cotidiano, con un enfoque más despreocupado y fluido, por lo menos cuando estábamos en la playa.
Fue más allá del deporte y se convirtió como en una experiencia espiritual, porque estar esperando las olas, es como un momento de meditación y conexión profunda con el mar sobre el cual existe un gran respeto, sabiendo de su poder y riesgos.
¿Cuál consideras que fue el primer envión que tomó el surf como movimiento, antes de empezar a convertirse en una incipiente industria?
Hubo varias notas en diarios y revistas describiendo la práctica del surf, destacando a sus protagonistas, se hizo más conocido y se puso de moda y como nuevo fenómeno social y cultural, que mostraba un nuevo estilo de vida, surgió la necesidad, el deseo de mucha gente de pertenecer. Esto aumento la cantidad de personas que querían practicarlo y como había pocas tablas, la gran mayoría traídas de Perú y California, se empezaron a fabricar en Mar del Plata, algunos como hobbie otros como negocio.
Fabricaron tablas: Pipo Muñoz (Pipo´s), Nino y Ángel Antífora (N&A), Carlos Aliende (Glassy), después Renato Tiribelli (Renato) y otros que fabricaron sus propias tablas, por ejemplo, Aníbal Márquez (sigue fabricando sus tablas), yo fabriqué mis primeras tres tablas.
¿Cuál fue el premio más suculento de aquellos campeonatos donde vos eras parte del jurado?
En el Campeonato Argentino de 1969 que ganó Sandi, con lo recaudado en la fiesta de entrega de premios se compraron los pasajes para que participara en el Campeonato Internacional en el Waikiki Surf Club de Miraflores Lima, Perú, donde estaban los mejores surfistas del mundo. Al otro año con los fondos recaudados, también por la fiesta del campeonato argentino, decidimos invertir y le compramos los pasajes a los hermanos Barreda (peruanos), Sergio (el Gordo era top ten en ola grande) y Carlos (el Flaco un genio en ola chica) para que nos visitaran y entonces pudimos surfear en vivo y en directo con ellos, fue un gran aprendizaje. Después de esa experiencia nos visitaron muchos peruanos, Fernando “Pocho” Awapara, Ivan Sarda, Miguel Plaza, Axel Hanske y otros.
Mar del Plata es una ciudad que respira surf, al menos eso sentimos quienes estamos metidos en esto. Prácticamente viste todos los procesos de nuestra cultura… ¿Cómo definirías el folclore de nuestro surf?
El folclore es bastante parecido en todo el mundo, pero dentro del aquelarre que somos mostramos una identidad con creencias, costumbres, tradiciones que nos son propias, algunas perduran otras no, por ejemplo, juntarnos e ir todos a surfear a la misma playa, te imaginas ahora; mate antes en la playa no se tomaba o muy poco, hoy es un símbolo, una marca que nos diferencia; el comportamiento en el agua, dependiendo de la playa y el estado de las olas en algunos casos es bastante solidario y en otros no tanto. La pregunta es, cuantas playas y escuelas de surf tienen carteles que indiquen las reglas sobre prioridades y cómo movernos mientras surfeamos, en muchos casos se transforma en un “sálvese quien pueda” y somos la “Capital Nacional del Surf”. No sé si últimamente las instituciones que nuclean al surf se han preocupado por este tema que hace a la convivencia mientras surfeamos.
Parte del folclore de surf actual son los guardavidas, un porcentaje importante son surfistas y eso ha sido un cambio genial, cuando empezamos no surfeaban, hoy nos indican cómo están las olas, las corrientes y, además, nos cuidan, nos corrigen, nos alientan.
¿Hoy crees que hay algún tipo de respeto por toda esta historia que prácticamente comenzó con ustedes?
En principio, necesariamente debemos respetar la historia, la génesis de los movimientos o acontecimientos sociales y/o culturales que perduran en el tiempo y después producen transformaciones, cambios en el comportamiento de la sociedad.
En el caso del surf, se ha dicho y escrito mucho, en algunos casos bien y otros con algún interés personal y errores que han generado información con muy poco nivel de investigación, análisis y constatación de los datos.
En el año 2022 fuimos convocados (Pipo, Sandi y yo para después ampliar al resto) por la Secretaría de Cultura del municipio por medio del Museo Histórico “Roberto Barili” (Villa Mitre) para escribir la historia de los inicios del surf en Mar del Plata tomando como línea de tiempo hasta 1976, la idea era realizar con los profesionales del museo, una investigación bibliográfica sobre la base del archivo del museo, el aporte de diarios y revistas de particulares y el relato de los protagonistas, comenzamos a trabajar pero por determinados intereses y motivos se pusieron palos en la rueda y lamentablemente no se continuó.
Por suerte en la actualidad hay varios proyectos, tanto escritos como audiovisuales, que se están desarrollando sobre los inicios del surf en Mar del Plata, esperemos los resultados.
En materia de olas… ¿Cuál época fue mejor?
Fue antes de la intervención del estado, que por la erosión de las playas fue construyendo escolleras que modificaron muchos de los lugares en los surfeábamos.
Las dos olas emblemáticas que desaparecieron como tales, fueron el Cabo y el Torreón, si bien se pueden surfear algunas veces en el año, ya no es lo mismo, también pasó con Acantilados con la construcción de los rompeolas paralelos a la orilla que incluso han generado varios accidentes.
Están las que se quedaron sin arena en la orilla (la Paloma), otras que no tienen acceso o es muy difícil (Las Cuevas, Lobos). Las que cambió el fondo como Kikiwai (Waikiki), sin embargo, fue positiva la acumulación de arena sobre la escollera Sur que generó el Puertito.
Ahora, también es cierto que las escolleras crearon nuevas playas para surfear como Biología y Waimea, en el norte Dapotris, Sun Rider, Cardiel y al sur Luna Roja, Chapadmalal entre otras.
Definitivamente desaparecieron playas con olas de clase mundial que ya no están y como consecuencia no volveremos a surfear.
Imaginemos que suena el teléfono fijo en tu casa de cuando tenías18 años, atendés y del otro lado de la línea está el Caco de 2024. ¿Qué le preguntaría el Caco de 18 al de hoy?
Vas a cumplir 75 años, contáme, ¿cómo lo hiciste?
QUÉ ES EL SURF
Es la vida misma
Amanecemos,
primero el viento luego el mar
día tras día, desafiamos, aprendemos
la cotidianidad apasiona el espíritu
es la naturaleza misma
cambiante, constante, irrepetible
Las olas
pequeñas, tranquilas,
altas, complejas, peligrosas
lo permanente, el cambio
el infinito siempre presente
Lo respetamos, enfrentamos, superamos
y luego lo jugamos
es la gloria misma
y luego nuevamente la adversidad, la zozobra
Esfuerzo, convicción y llega la calma
Nos deslizamos sobre lo incontrolable
sobre la vida misma
un aquelarre, un sinfín de sensaciones,
de vibraciones invade el alma sin pedir permiso
Presentes los incondicionales
los amigos
Lo mejor está por llegar, como la vida
Y nos vamos pensando en el viento, las olas
Invierno 2024
Caco Grassi