Historias reales de un mundo ficticio
Por Sebastián Chacón
Rama siempre se mantuvo cerca del poder, del poder de ese acotado e ínfimo mundillo del Surf vernáculo en dónde él sentía que brillaba como un envoltorio de golosina bajo el sol… Siempre se las ingeniaba para hacerse amigo de la comisión de turno, así logró viajar más de lo que alguna vez hubiera imaginado, se sentía una especie de Marco Polo, aunque su ruta de la seda era mucho más corta y segura… iba desde la mano del quiosquero hasta su bolsillo.
Pisando los 45 , Rama se las ingeniaba para mantener un único sponsor con el que salvaba los fideos y el arroz, el techo en casa de papá y mamá estaba asegurado, la única contra que le encontraba era que no podía subir al máximo el volumen de su AIWA para escuchar a los Stones y Marley. De vez en cuando su mamá le prestaba el auto, claro que con la condición de una carga de combustible, por ese motivo Rama siempre tenía un pequeño ahorro para invertirlo en esos días en donde La Paloma volaba alto.
Un día charlando con un viejo amigo devenido en puntero político, a Rama le ofrecieron una beca deportiva a cambio de repartir panfletos y pintar las silenciosas paredes de Playa Grande, barrio históricamente esquivo para el partido político de Rinaldo Morroni, su nuevo amigo del poder. Nuestro héroe sacó rápidas cuentas y se imaginó lo bien que lo podría pasar el próximo invierno en Perú, lugar que siempre lo había tratado muy bien y al que no visitaba desde hacía 5 años.
Apoyado en su imagen juvenil, repartir panfletos de MORRONI Concejal en los colegios públicos de la periferia no le costó demasiado… Además lo hacía al mediodía y a la hora de la merienda, por lo tanto no le quitada horas de Surfing. El tema de la pintada era un poco más complejo y una actividad necesariamente nocturna y compartida con un escuadrón de verdaderos artistas de la tipografía de campaña, ahí Rama era apenas el pibe que alcanzaba los tarros de pintura y el que siempre se encargaba de limpiar rodillos y pinceles. Cierta noche tuvo la oportunidad de pintar la L de concejal y sintió que empezó a ganar territorio entre muchachos morronistas, el correr de las noches le permitió pintar la palabra concejal de manera completa.
Entre pintadas y trámites se fueron dos meses, el cobro de la beca se tornó un tanto misterioso, Morroni no atendía el teléfono y Rama se empezó a preocupar, había invertido tiempo de su descanso, pero lo que más le pesaba era que se había encargado de afear su querida Playa Grande con el nombre de Morroni y la promesa de una ciudad mucho mejor, más justa y con un futuro seguro para las futuras generaciones. Lo cierto es que nada de eso ocurrió.
Una mañana bien temprano, mientras preparaba el mate, encendió la radio y escuchó que Morroni sería investigado por clientelismo y manejo de becas a deportistas retirados, todos mayores de 40 años… Pero lo peor de todo fue escuchar la nómina de favorecidos, un total de 20 viejos deportistas marplatenses que en su juventud dejaron bien alto el honor de La Feliz, pero el golpe demoledor llegó a la mandíbula de Rama cuando el locutor remató la noticia: – “Este escándalo que envuelve a Morroni es doblemente grave porque en la lista de deportistas hay personajes ajenos al mundo del deporte, tal el caso de Ramiro Solís Arrieta, un viejo surfista que en los 80 tuvo su momento de esplendor al llegar en repetidas ocasiones a cuartos de final en los circuitos locales. Esto es la punta de un ovillo que no sabemos dónde puede terminar”- sentenció el conductor del programa.
Entre la desazón de un nuevo fracaso, Rama le buscó el lado positivo a la cuestión, por primera vez su nombre había sido pronunciado en “La Mañana Feliz”, el programa de radio más escuchado de Mar del Plata… Después de todo la política no era tan sucia.