Historias reales de un mundo ficticio
Un cuento de Sebastián Chacón
La noticia rápidamente corrió entre la comunidad de surf. Un nuevo referente para los satélites de la novedad se había instalado en el corazón del único lugar posible. Lo milagroso y aspiracional por primera vez se daban la mano bajo el cielo de Chapadmalal.
Chapa 5 había cumplido con honores durante todo el día. Rama, atento al reporte, no dudó en cargar la tabla en la chata. Ni bien terminase con el reparto de Raspberry Beret Ice Cream, iría por sus olas. Al salir de una sesión intensa, conversó un rato con Fede, su guardavidas de confianza. Era uno de esos pocos tipos que nunca agregaba ni quitaba nada a la hora de precisar las condiciones del mar. Antes de despedirse, intentó convencerlo (con exitoso fracaso) para que le vendiese una vieja, pero todavía vigorosa, Town & Country shapeada por Cino Magallanes. Se dieron un abrazo y cada uno siguió con sus cosas.
Al llegar al estacionamiento encontró un flyer aprisionado entre el parabrisas y la escobilla izquierda.
“Conectáte con las olas que surfeaste. Entendé lo que te vinieron a enseñar. Conectá con el océano que vive en tu ser.
Médium Oceánico: Lecturas de olas | Conexión *Olística (* escrito tal cual) | Registros espirituales marinos | Alineación oceánica – espiritual.
Reserva y honestidad absoluta.”
Mientras recorría esas líneas cargadas de misticismo, no pudo evitar caer en la incomodidad propia de quien sabe que un puñado de almas prontamente serán estafadas en nombre del bienestar.
-¡Médium Oceánico! ¡Cómo si no fuese poco con los influencers que te enseñan a encerar la tabla y a ponerte la pita con música de Bad Bunny para intentar ser virales!- dijo mientras ponía en marcha la camioneta.
Viejas estrategias para nuevas necesidades
El Médium Oceánico caminaba por otras veredas. Lejos de la virtualidad pero sin desaprovechar todo lo que ese mundo de necesidad y vanidad le proporcionaba en materia de información.
Una antigua estrategia sería necesaria para crear una nueva necesidad. Justamente en eso decidió invertir fuerte. Al fin de cuentas,quién no desearía escuchar eso que las olas nos vinieron a enseñar.
Testimonios reales de boca en boca. Merchandising palpable y usable. Nada de virtualidades. Así fue como mandó a pedir un container de parafina orgánica perfumada con jojoba, argan y coco tahitiano, fabricadas por manos autóctonas de Sri Lanka a muy bajo precio. Para compensar con mano de obra local, encargó en la imprenta más top de Mar del Plata (porque en Chapadmalal hay de todo excepto imprentas), una desmesurada tirada de cajas de cartón biodegradable. El packaging perfecto para cada una de las ceras que ya descansaban en su bodega.
Y como todos sabemos, el envoltorio puede ser muy bonito, pero si no tiene una leyenda que nos haga vibrar y nos dispare la necesidad de querer abrirlo, se convierte en un derroche de presupuesto. Lo que se dice un producto mal terminado; como aquella ola que no lograste cerrar después de haberte floreado con el ABC del surfing.
Luna Roja en Tauro
Por más que lo intentara, Rama no podía dejar de mirar una escena que se repetía en la orilla de Luna Roja una mañana de inmejorables condiciones. Al salir del mar, cada uno de los surfistas era abordado por un grupo de chicas que pacientemente había esperado para hacerles entrega de un producto promocional pero indispensable.
Médium Oceánico Surf Wax
Canalizo tu mente con olas pasadas
Las olas vinieron a enseñarte algo
Reservá tu turno al: 11 4567 8910
Esa acción de marketing consiguió efectividad absoluta, además logró burlar los conocimientos de cualquier Community Manager. Por fin algo real entregado en mano del principal objetivo: el surfer.
La capacitación de aquellas promotoras había llevado tiempo, coaching motivacional y largas horas de video análisis. La célebre mediumnidad conocía como nadie el biotipo del surfista que necesitaba captar. Instruyó al escuadrón de promotoras a entregar el producto a todo aquel que llevase: bigotes de corto recorrido, tablas nuevas (bien blancas y en lo posible importadas), cortes de pelo emparentados con el mundo del rugby, miembros de surf trips (esos valían doble) y por supuesto, surfers que practicasen Yoga antes de entrar al agua. Quedaban excluidos surfistas con tablas nacionales y trajes de neoprene de colecciones anteriores al año en curso. Esto último era innegociable.
Pasados unos minutos de las cinco de la tarde, la ruta 11, más allá de la Estafeta, era un verdadero malestar. Una fila interminable de autos a paso lento, hizo recordar a Rama que muchas veces el ser humano busca lugares tranquilos y no exactamente para integrarse al pulso natural de su tiempo, sino para alterarlo. Habían escapado de la gran ciudad para replicar su andar furioso, ahora con vista al mar. Llegaron para restar verde y sumar progreso. Intentaron convivir con los verdaderos autóctonos, esos vecinos que están desde siempre y que a diferencia de ellos, no se arrogan el descubrimiento del césped ni mucho menos del tiempo libre. Gente que en ese ejercicio de observación y convivencia con la naturaleza, aprendió el verdadero valor del tiempo.
¿Qué habrá pasado? ¿Un accidente? ¿Un control policial? Fueron algunas de las preguntas que no logró responderse. Al cabo de unos minutos la marcha se detuvo por completo. A los quince minutos de parate, Rama puso balizas, bajó de la camioneta y caminó gran parte de esos 500 metros de autos y notó que la hilera se metía campo adentro, perdiéndose entre frondosas arboledas.
¿Toda esta cola para qué es? – preguntó a los gritos.
Bajando el vidrio de una Bronco flamante, recién rodada, un muchacho con gorra TCS en combinación con su remera, y unos bigotes 50% Gerry Lopez y 50% medio scrum del CASI, le responde…
-Man, esta fila es para todos los que tenemos sesión con el Médium Oceánico.
-¿Eh? ¿De qué me estás hablando?
-Sí man, como lo escuchaste… Tenemos agendada una sesión con este crack que te conecta con olas pasadas.
-¿Olas pasadas?
-Claro, el genio canaliza una ola en particular que vos le señales y el man entra en un trance lumínicosalitroso y verbaliza todo lo que esa ola vino a enseñarte.
-¿Capo, vos me viste cara de turista?
-Pero qué decís genio… Mirá, acá lo tenés- dijo entredientes al tiempo que le enseñaba a Rama una caja de Médium Oceánico Surf Wax.
Perdido en su asombro, Rama salió corriendo rumbo su camioneta. A los pocos metros se detuvo, se sacó la remera, miró a su alrededor y gritó bien fuerte: “Dejen el Surf y vuelvan al Rugby. Dejen de usar VANS y sigan usando zapatos náuticos. Sigan comprando cosas que no necesitan pero por favor no nos jodan más”.
Al llegar a su uilitario, todavía fuertemente movilizado por la situación, miró por el espejo retrovisor y se dio cuenta que ahora era un eslabón más en esa interminable cadena. La curiosidad fue más grande que su paciencia y no dudó en ir a preguntar a los que estaban detrás de él. La respuesta tuvo dos palabras: Médium Oceánico.
En la caja había una importante carga de helado, el suficiente para hacerlo valer en ese caluroso atasco de verano. Sin dudar decidió recorrer toda la hilera de autos ofreciendo los súper conos de Raspberry Beret Ice Cream. Los vendió todos.
Con las últimas barras de batería de su teléfono, llamó a la empresa y contó lo sucedido. “No te hagas problema Rama, bien hecho. Nadie olvida un helado en un momento caliente”, respondió su superior.
Decidió tomarse las cosas con calma. Al cabo de nueve horas de espera, alrededor de las 4:00 AM, el Médium Oceánico estaba listo para recibirlo.
Se abrió la puerta y el intérprete de olas pasadas salió a su encuentro como si lo conociera de toda la vida.
-Rama, sos el surfer con mayor cantidad de registros oceánicos de todo el país.
Asombrado por tal recibimiento, nuestro héroe decidió seguirle el juego.
La casa era un verdadero santuario del surf, con tablas de distintas épocas, fotos de LeRoy Grannis terminaban de completar la escenografía.
-Contáme sobre qué ola puntualmente querés que conecte para decodificar toda la información.
-La verdad que yo no creo en estas cosas- sentenció Rama.
-Si te da mayor tranquilidad, quiero que sepas que no te pienso cobrar la sesión. No todos los días recibo a una eminencia del surfing. Acá suelen llegar tipos que apenas se paran y se creen Kolohe Andino.
-Le agradezco, pero sinceramente no soy de andar contando mis días de surfing. Me guardo las sensaciones y recuerdos para mí, amplificar el feeling sin elegir correctamente a quién contárselo nos ha convertido en este hazme reír.
-No seas mezquino Rama, todos tenemos los mismos derechos.
-Eso es cierto, pero qué culpa tiene nuestra cultura.
La conversación se fue extendiendo hasta el amanecer. Por más que intentase, el célebre médium no logró convencerlo de abrir sus registros oceánicos.
-A propósito, muy inteligente tu jugada de marketing. Además las parafinas me dijeron que resultaron muy buenas.
-Gracias, mi filosofía es hacer cosas duraderas, con propósito, conscientes- respondió el dueño de casa.
-Deberías tener tu propia línea de helados premium. Bondad y refrescancia son dos cosas que nadie olvida. Imagináte tus promotoras repartiendo bendiciones de frescura bajo el ardiente sol de verano.
-Es buena… ¿Cómo no se me ocurrió antes?
-Ojo, que estos helados que te propongo son distintos. Son un puente de estimulación entre el ser y el surf. Nubes de lozanía, un verdadero aguijoneo sensorial para conectar con olas ancestrales que ningún SUPer podrá estropearte.
El decodificador oceánico no titubeó en aceptar la breve pero contundente lección de marketing de Rama. Al fin de cuentas, nadie sabía tanto de surf como él.Firmaron un contrato de exclusividad con Raspberry Beret Ice Cream para la producción de distintos gustos. Rama fue premiado en la empresa por su brillante visión de negocio, le ofrecieron un tentador porcentaje por las ventas de toda la línea de Medium Oceánico.
El negocio duró hasta que la ley dijo basta. El Médium Oceánico fue sorprendido por la policía en su casa, mientras vaciaba la caja fuerte guardada detrás de un cuadro de Dane Kealoha. En su interior encontraron dinero termosellado, joyas, dos agendas, un disco rígido con un sticker de Bambi y una foto autografiada por Ramiro Solís Arrieta.
Según trascendió en la portada del Chapa Herald, el destacado vecino contaba con una serie de denuncias por estafa. El fin de su bonanza llegó cuando quiso meterle la mano en el bolsillo a Micky Salatino, viejo promotor del mundillo del surf.
Micky debía un par de favores a la policía local después de haber zafado de caer en una grande. Para saldar la deuda, no le quedó otra que trabajar de infiltrado.
Una vez microfoneado fue a la sesión con el Médium. La historia llegó a su fin cuando la policía irrumpió en la casa después de escucharlo hacer una pormenorizada devolución de una supuesta ola que Micky había corrido en el North Shore. Cosa que nunca había sucedido porque al momento de embarcar en el avión que lo depositaría en Honolulu, el scanner de la policía aeroportuaria detectó en su valija una sustancia extraña guardada entre sus medias.
Batán no se parece en nada a Chapadmalal, mucho menos detrás de los custodiados muros del penal. Ahí el ex Médium Oceánico paga su condena entre lecturas de Deepak Chopra, recuerdos de olas que nunca surfeó y un poster de Rama en Hawaii que resiste gracias a dos viejas chinches.
Todos los meses recibe un pedido de helados que con particular dedicación reparte entre sus compañeros de pabellón. El gusto más pedido es Trance Lumínico Salitroso, la verdadera estrella de Raspberry Beret Ice Cream.