Por Sebastián Chacón
El Ariake Skate Park tuvo su bautismo de fuego en los Juegos de Tokio 2020; las chicas fueron por lo suyo dejando en claro que el talento no espera a la adolescencia. La precocidad llegó para quedarse, y en algunos deportes como el skate, a los 20 años se puede ser todo un veterano.
La visión occidental de este asunto, quizás la hayamos podido apreciar en la transmisión que Claro realizó desde su magnífica plataforma, por cierto de forma gratuita desde sus canales de YouTube. A caballo de un entusiasmo desmedido, los encargados de narrar las acciones llevaron a la audiencia al éxtasis, ese que solo logran los predicadores al momento de convencer a sus feligreses de reforzar el diezmo.
Sky Brown, skater británica de tan solo 13 años y con más de un millón de seguidores en su cuenta de Instagram, llegó a Tokio precedida de una reputación digna de una veterana, y como era de esperar los conductores de Claro se subieron al skate de la carismática Sky, proclamándola campeona olímpica desde antes que comience la competencia. Lo cierto es que en el podio se ubicó tercera. Primera fue la japonesa Sakura Yosozumi de 19 años y segunda su compatriota Kokona Hiraki de 12 años. Sí, 12 años.
Mientras Naomi Osaka, Simone Biles y Caeleb Dressel abrieron el debate sobre la importancia de la salud mental de los atletas, la picadora de carne sigue pidiendo followers… Y si son cada vez más niños, mucho mejor. Si el hombre llegó a la luna no es tan loco pensar que dentro de poco, un lactante estará disputando el oro olímpico en la disciplina que el marketing nos diga y señale.
Lesiones, cambio de intereses propios de la edad donde uno explora lo que quizás algún día será o decida ser, cansancio de ciertos entornos, la saciedad insaciable de la sociedad de consumo y las frustraciones ajenas, son algunas de las cuestiones que pueden tallar de la peor manera en la vida de quienes tienen que lidiar con las expectativas de un mercado que no hace más que pedir nuevos productos. Perdón, nuevos atletas.
Al fin de cuentas… ¿Cuánta de esas tormentas que prometían ser la gran cosa se las terminó tragando el mar?
Seamos responsables.