La vuelta del surf a Mar del Plata trajo un sinfín de historias y dolores para todo tipo de analgésicos.
Por Sebastián Chacón
Más de 100 días fuera del agua, fueron suficientes para terminar de corroborar que ciertas insinuaciones incubadas al calor de las redes sociales, no son más que pequeñas estafas en nombre del surf.
Clases de surf en pileta sin olas. Clases de surf en skate mientras un asistente corre a toda velocidad con una lona en la mano simulando un tubo. Concursos de surf virtuales y ahora torneos de bloopers. Sí, leyó bien. Torneo de bloopers.
A propósito, hace unos días conversaba con mi amigo Diego, quien vive bastante lejos del mar pero bien cerca de la sabiduría popular.
“Esto se ha desmadrado Sebita. Acá te venden cualquier cosa en nombre del surf y resulta que cuando vas al mar no agarrás una. ¿Sabés la que hago yo? Me tomo mis buenos vermouth con unas buenas picadas y cuando voy al mar lo paso tan mal como todos esos que pagaron todos esos cursos de surf sin surf”.
Mi amigo Diego tiene razón, cuanta cosa que incluya la palabra surf y excluya la palabra playa, es ni más ni menos que una estafa.