MARTÍN VARBARO: NO DEJES PARA MAÑANA LO QUE PUEDES PINTAR HOY

E y TXT: Sebastián Chacón

Fotos: Archivo personal MV

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De un tiempo a esta parte la blancura de las tablas ya no es para tanto, del minimalismo casi absoluto donde lo único que prevalecía era el sticker sobre el fondo blanco en el caso de los Pro, y del vacío radiante entrelazado con las medidas y rúbrica del shaper en el caso del común de los surfers, hemos entrado en una nueva etapa donde los colores, diseños y dibujos están de regreso.

Hoy las tablas de surf siguen siendo objetos de liberación, felicidad, de transporte de ínfimos pero recordados recorridos, de alegría y en algunos casos de arte. Y en este último punto debemos detenernos, hoy el arte ha tomado nuevos espacios y no hace falta remitirse a esa idea de galería y Vernissage repleto de gente que mira sin ver pero que come y bebe de manera opípara. En estos días se puede tener un buen pedazo de arte debajo de los pies, no hace falta mirarlo en una pared, los Surfboards son un gran soporte para tipos como Martín Varbaro, capaz de liberar un torrente de ideas antes de que se pierdan en los recovecos de su sicodélica cabeza.

Después de unos días de llamados y tiempos cambiados, finalmente el parking de Biología oficia de living a cielo abierto para la postergada charla con este artista que al parecer tiene como misión, y esto es una apreciación de quien escribe, cristalizar en cada tabla que ilustra una visión de aquello que cada surfer es…Un montón de influencias, ni más ni menos que eso.

En este caso para no romper el molde empezamos por el principio.

“Mis comienzos fueron en la fábrica Becker en el año 94, me llamaron para hacer unas pruebas con unos dibujos, justo estaban buscando un pintor y dibujante, me acuerdo que tenía un contacto directo en la administración y llevé unos dibujos. Como los llevé ahí arranqué. Así empezó todo, ese fue mi primer trabajo de pintura.

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¿Salteaste la formación académica?

Mi viejo siempre dibujó y pintó, siempre tuve un contacto directo y un fanatismo con el dibujo, antes había hecho un par de cursos de dibujo. Recién después de un tiempo me di cuenta que lo que tenía como hobby me empezó a dar dinero. Era un “borreguín” cuando empecé, fue directo…Recién empezaba a surfar, andaba en skate y me salió esta onda y de un día para otro tenía un trabajo para todos los días. En ese momento esa fábrica tenía una producción gigante que me permitió hacer muchas cosas.

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¿Cómo definirías ese camino de estilos hasta el que hoy vemos en las tablas de los chicos?

Al principio mis cosas personales no me las dejaban hacer, mi estilo venía más del palo del skate, me basaba en artistas como Jim Phillips, que era uno de los artistas de Santa Cruz. Medio que me tenía que ajustar a lo clásico del surfing de esa época, flamas, guardas y cosas por el estilo. De vez en cuando me dejaban hacer una de esas con calaveras y colores que por lo general iban a parar a la vidriera de alguna tienda.

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Hoy el skate y el surf están estrechamente ligados, ¿no?

Claro, y el snowboard también. Hay muchos estilos hoy, pero yo creo que se mezcló el Old School con el New School y se generó un arte nuevo… Muy lineal…Yo tengo varios estilos diferentes, dentro de lo que dibujo casi todas las cosas me gustan pero las hago por etapas. Quizás estoy metido en una historia y las cinco tablas que pinte ese día van a tener que ver con esa historia.

¿Casi una obra conceptual?

Claro, por ejemplo se me ocurre trabajar profundidades, entonces lo que hago es hacer agujeros con profundidades y lo que hago es cambiarle las texturas a las profundidades. O hago una onda medio flogger, con rayas y colores con una figura que hice en otra serie y de ahí me nace una serie nueva. Trato de repetir algo que me identifique, que alguien que no me conoce vea mis trabajos y note que fueron creados por la misma persona.

¿Cuánto tiempo te lleva crear tu propio estilo?

Uf, lleva tiempo eso. Mirá, a comienzos del 2000 me salió ir a pintar a Alemania. Eso me cambió la cabeza, me alejé del surf y empecé a trabajar en superficies más grandes y con un soporte totalmente diferente. Empecé a pintar sin parar, puro arte en obras de gran tamaño, en ese momento me dije; acá es la de verdad. Me cambió la cabeza, empecé a exponer unas pinturas muy grandes y de ahí salió una historia para decorar eventos. Empecé a meterle esculturas, objetos tridimensionales y cosas de ese estilo. Sin darme cuenta me fui haciendo ese style que empezó a ser conocido. Vendí un montón de pinturas, me acuerdo que pintaba sin parar, no tenía otra cosa para hacer y subsistía del arte.

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¿Qué te dejó como artista el haberte alejado del surfing?

Al alejarme del surf me había delirado demasiado, al ser totalmente libre me había delirado con la obra…Estaba haciendo cosas muy raras que eran para gente de mi edad y que la podían entender, pero quizás otra gente no.

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¿Cómo fue empezar desde cero una vez regresado de Alemania?

Hace unos años volví por una enfermedad de mi viejo y me dije ¡acá estamos, vamos a surfear! Ahí me encontré con el Rulo, un amigo de toda la vida y me pidió que le pintara una tabla. Me acuerdo que decía yo no pinto más…Pero bueno, dale te pinto una tabla. En esa época fue en Camarón Brujo, de vez en cuando venía a visitar y dejaba una tabla pintada. Nunca dejé pasar un año sin pintar una tabla.

El Rulo fue el primero, me gustó porque a diferencia de mis comienzos no tenía ninguna de esas limitaciones que te ponen las empresas para las cuales podés trabajar. Después Marcelo Rodríguez fue el segundo, me acuerdo que siempre  me pedía y yo lo jodía diciendo que el día que saliera campeón se la pintaba…Y ahí se la pinté.

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Las tablas fueron pasando y hoy Varbaro está de regreso, trabajando con su arte en el taller de Uva Surfboards y atendiendo pedido de amigos y surfers que quieren un arte personalizado y representativo.

“Lo de las tablas lo definiría como un Freestyle, si bien siempre hago unas preguntas al dueño de la tabla sobre qué cosas le gustan (agua, fuego, aire y cosas de ese estilo) para encarrilarme en lo que voy a dibujar y pintar. Me gusta mucho dibujar elementos naturales y orgánicos, son cosas que siento que me representan, nada de metal y cosas irreales. Sin darme cuenta volví a pintar tablas y a la pintura, últimamente me estaba dedicando a hacer decoración con telas en 3D y sentía esa nostalgia de volver a pintar. Fue un regreso al comienzo de mi carrera.

¿Estás trabajando con un team de riders?

Sí, con el Rulo, Martín Passeri, Lele Usuna, Marcelo Rodríguez  y Fran Ferreras. A cada uno le estoy haciendo un dibujo personalizado que los representa, son pibes que están sacando fotos que van a las revistas y hacen que el dibuje llegue a su destino final. Con todo eso estoy preparando una muestra con los fotógrafos y las tablas que ya pinté, que son un montón. Pero lo que me entusiasma de esto es que se pueda demostrar que el surf puede tener esa identificación como el tuvo el skate con los diseños de las tablas. Antes veías las tablas de Tony Hawk con su diseño y te quedabas esperando la próxima, algo así es lo que quiero lograr.

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¿Por qué el surfing no siguió esa tendencia?

Te puedo dar mi hipótesis, pasan dos cosas. Por un lado está la persona que copia al referente, que el referente es una persona que quiere surfear y si su sponsor le da una tabla blanca no le va a quedar otra que usarla blanca. Ahora, si el sponsor le propone un arte, él encantadísimo va a querer un arte, entonces eso hace que otros también quieran tener el suyo.  Y en ese punto es donde estoy trabajando con los chicos, para que ellos reviertan esta situación. Para mí no es lo mismo una tremenda foto con la tabla blanca y los calcos, que la misma tabla con un buen dibujo.

No siempre las empresas tienen un tipo que se ocupe de ese trabajo, el trabajo que me estoy tomando ahora. Hoy si ves las revistas vas a encontrar tablas con colores y dibujos, creo que hay una vuelta a lo que se veía a principios de los noventa.

Hoy el arte está mucho más linkeado a los deportes como el surf y el skate, ¿no?

Sí, de hecho muchísimos artistas son amantes del deporte y empezaron a fusionar también las dos cosas. Hoy encontrás museos de tablas con cosas muy raras que te vuelan la cabeza, no sólo la tabla se ve como una herramienta para un deporte sino también como una pieza artística. Aunque en realidad un surfer siempre va a buscar que la tabla le funcione, pero es cierto que detrás de una tabla hay una historia…Por eso terminan como objetos decorativos, cada surfer tiene una conexión muy importante con su tabla, por eso me parece mejor que esté colgada con un buen arte y no toda blanca.

¿Cuánto tiempo le dedicás a una tabla?

Generalmente cuando tengo tiempo de pintar una tabla no lo dejo para mañana, arranco de toque, la hago de movida. En cuanto a lo que me lleva va de tres horas para arriba, depende del enrosque que tenga, por lo general cada vez me enrosco más. Cada vez encuentro más cosas para hacer, por eso estoy juntando tablas para exponer, cosas que ya hice y que son objetos artísticos. Es una cosa personal.

¿Bocetás o directo a la tabla?

Los laburos grandes los boceteo, pero no me gusta perder tiempo con el papel, hago un boceto muy básico. La idea en general la tengo, pero casi siempre el dibujo lo tiro directo, no pierdo tiempo con el papel.

¿Cómo definirías tu estilo?

La verdad que es una pregunta difícil, tengo tantas series diferentes y pasé por varios estilos que no sé si uno solo me representa… Diría que es una fusión de la vieja escuela del skate con la sicodelia flúo o la locura de los 70’s sicodélicos. Una fusión entre la sicodelia y lo tradicional del skate de los 70, dos cosas que iban paralelas. Me gusta laburar con profundidades y cosas hipnóticas…No sé qué nombre ponerle.

¿Cómo ven tu obra en los ámbitos tradicionales del arte?

Tuve la oportunidad de cruzarme con artistas que admiro y que hacen algo totalmente distinto a lo mío, y la impresión que tuvieron fue muy buena. Noté que se sorprendían, no esperaban ver algo así en un soporte fuera de lo común, en un objeto que sólo era para un deporte. Para mí el tema del arte lo pienso así, cuando uno se sienta a hacer una obra le tiene que faltar el respeto…

¿El respeto a uno, a la obra, a su formación?

A la superficie, yo cuando empecé tenía una tela en blanco y siempre me planteaba hacer el mejor cuadro de mi vida, me daba miedo. Siempre pensando en que alguien criticaría eso que haría…Cuando logré sacarme esos preconceptos y le empecé a faltar el respeto a eso que me frenaba, me di cuenta que empecé a liberar y a encontrar lo que me gustaba… Así fue que empecé a hacer mi historia, no me importó más nada porque el límite lo empecé a poner yo, siento que tengo toda la autoridad para hacer lo que quiero en la tabla. Además, ¿quién dice cómo se hace, no?

¿En qué momento te diste cuenta que podías hacer lo que querías?

Después de estar en Europa y haber pintado tanto, es un tema que siempre hablo con la gente que me gusta lo que pinta… Es un clic que te hace la cabeza y que te libera y te deja encontrarte a vos mismo. Es complicado definirlo, pero de hecho hoy cuando termino una obra y al otro día la presento a quien me la encargó, todavía tengo ese miedito de pensar que me zarpé o que no me va a entender… Por ahora tuve la suerte de que todos quedaron contentos. En el momento de hacerlo no me importa nada, es un viaje y conexión del que nada me puede sacar. No hay horarios ni llamadas telefónicas, todo lo que sale va ahí… Después me agarra esa incertidumbre (risas), pero es parte del proceso.

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¿En qué te ayuda una ciudad como Mar del Plata para darle vuelo a tu creatividad?

Mar del Plata lo que tiene y que siempre me fascinó es que la crema de acá tiene muchísima onda, los pibes siempre tirando la mejor y hablando de lo que uno hace. Te van llevando y hacen que las cosas sean más fáciles. Por ejemplo este año Martín (Passeri) salió volando con una tabla mía en la Big Issue de Surfer…Son cosas que alguna vez soñé y se vienen dando. Ahora estamos armando con Lole (Mairal) una muestra en el tercer piso de Quiksilver de la calle Güemes, en realidad es una pequeña muestra de la gran muestra. Pero sí, Mar del Plata tiene eso que me permite desarrollarme en lo que me gusta y estar cerca del surfing.

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La última, ¿el artista termina la obra? ¿La abandona? ¿O definitivamente la obra abandona al artista?

(Risas) Ta’ buena la pregunta…Creo que pasan las dos cosas. Yo tenía un profesor que en Bellas Artes me decía (pone voz de viejo académico): “Ud Varbaro está aplicando la vieja retórica del manoseo en la que está estropeando la obra…” Y algo de razón tenía, ahora cuando ya siento que tengo un alto grado de conformidad ahí empiezo a prestar atención si estoy cerca del final y de ahí me centro en los detalles. Pero sí, hay momentos en los que empezás a sufrir y la obra te ordena que la termines…Es gracioso cuando tus amigos te dicen que ya está, que para qué le vas a seguir agregando puntitos… Hay momentos en que si no la terminás la terminás cagando…Por lo general termino cuando ya metí todo lo que había apuntado en la lista. Así sería la respuesta.

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