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CON EL PESO DE LA HISTORIA…

Corría 1993 y Seattle ponía la banda sonora con Nirvana, Alice in Chains, Soundgarden y Pearl Jam como referencias ineludibles de quizás el último gran movimiento musical. Ese recordado año mueren Pablo Escobar y Cantinflas. El cine pierde a Federico Fellini, y Spielberg factura por partida doble con Jurassic Park y la Lista de Schindler. El rock sufre la baja de Mick Ronson, histórico guitarrista de David Bowie famoso por su participación en The Man Who Sold The World (1971), tema también versionado por Nirvana. Frank Zappa también deja la tierra para darle paso a su leyenda. Jamiroquai calentaba la pista con Emergency On Planet Earth, Derek Ho se convertía en el paréntesis en la gran cosecha de Slater y Tom Carroll se retiraba de la competencia.

Thomas Victor Carroll nació el 29 de noviembre de 1961 en Newport, Nueva Gales del Sur, Australia y fue el encargado de continuar la historia iniciada por sus compatriotas Peter Townend, Wayne Bartholomew y Mark Richards.

Este australiano de corta estatura (1,67 mts) es uno de los grandes hombres en la historia del surf moderno, su carácter y amor ilimitado al surf lo ayudaron a sobreponerse de muchas lesiones y de una advertencia médica que le sugirió dedicarse a otro deporte.

Sus primeros triunfos fueron los nacionales como Pro Junior en 1977 y en 1978. A los 18 años ingresó al tour mundial, y fue ahí cuando una lesión de rodilla casi lo pone en el freezer para siempre.

Su temple, corazón y excelente surfing lo llevaron a desatender el diagnóstico médico y su sana rebeldía tuvo su premio en 1983 con su primer título mundial ASP. Un año después repitió el título y en 1985 se rehusó a competir en Sudáfrica por el Apartheid que reinaba en ese país. Ese gesto de humanidad le facilitó el primer título mundial a Tom Curren, el otro TC de los ochentas. Año más tarde, Carroll tuvo la oportunidad de conocer a Nelson Mandela y pudo dialogar de aquella acción que traspasó las barreras del surfing.

Uno de los grandes logros del pequeño monstruo australiano se dio en el Pipe Masters de 1987, un día antes su hermana había fallecido en un accidente de autos. Un triunfo agridulce para Thunder Thights (muslos de trueno), así lo había apodado la prensa debido a su potencia, y una noticia que incendió las páginas de las principales revistas del deporte.

Cuatro años más tarde en la misma competencia logró meter un inolvidable snap en el explosivo labio de la ola más temida y respetada del mundo. Y después en la final frente a Derek Ho se despachó con dos sublimes 10 y facturó su tercer y último Pipe Masters.

Carroll también escribió parte de la historia cuando en 1988 se convirtió en el primer surfista en firmar un contrato por un U$S 1.000.000, Quiksilver no dudó en renovar sus votos de confianza en este gran tipo que es uno de los grandes embajadores de Quik en el mundo.

Su carrera fue escrita con litros de tinta en las más prestigiosas publicaciones, pero el resumen se puede leer en TC Tom Carroll, escrito por su hermano Nick, una figura muy importante en su carrera, pues fue quien lo ayudó a liberarse de las drogas. Tom desde los 80 se vio involucrado en un espiral que comenzó a recorrer los primeros metros de la mano de la cocaína, avanzó con el LSD y finalmente en 2002 las metanfetaminas fueron la gran alarma que llevaron a Nick a internar a Tom en una clínica para rehabilitarse. Después de 6 meses de rehabilitación,  salió limpio y con las energías renovadas para vivir una nueva etapa de resurrección, esa misma que aprendió a vivir a los siete años cuando el cáncer se llevó a su mamá.

Este año se cumplirán 24 años de su retiro del mundo competitivo, Carroll sigue viajando por el mundo y surfeando a sus 55 años con el mismo vigor que un surfista de 23. Padre de tres hijas, tres Pipe Masters, dos títulos mundiales y una fama que sigue trascendiendo en tiempos en donde la red de redes realza la fama de surfistas que difícilmente alcancen la altura de Tom Carroll.

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